No te equivoques,
no fuiste tú
quien inspiró mis versos.
Mis coplas son para otra boca
así como esta boca
pertenece a otra boca.
No te equivoques,
pasada la algarabía
viene el tiempo del descanso.
No caben lamentaciones
ni quedarse en el momento
pues muy poco dura el entusiasmo.
No te equivoques
que no eras tentación
ni estabas en todas partes.
Cuando la luz se encienda
nos miraríamos a los ojos
y no habría nada.
No te equivoques
que esta musa se escurre
escapa en todo momento.
Nada la retiene.
Nada la apasiona.
Nada la convence.
Nada,
Mía.
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