De esas incomodidades hablo
de no saber para donde mirar
de no querer tomarnos un cafe
de no poder sonreir con los ojos
de no desear una mirada complice.
De esas incomodidades hablo
de no darnos el momento
de no poder construir espacios comunes
de no salir a caminar por la tarde
de no querer, en realidad, hacerlo.
De esas imposibilidades hablo
de las salidas que no están
de los saludos que no están
de las despedidas que no están
de los suspiros que no están.
Pues los silencios abundan
las incomodidades se duplican
las decepciones se siembran
los fracasos se cosechan
y aún así, el sufrimiento no existe.
Mía.
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