jueves, agosto 17, 2006

No son mis versos

Los encontré tirados en un rincón de mi cerebro.
Alguien los escribió por mí para jugarme una broma.

No puedo escribir poesía.
No soy poeta y esos no son mis versos.
Los encontré en un baúl, algo roídos, bastante maltrechos.

Los he cuidado.
Con el tiempo, se fueron acostumbrando a mi presencia.
A veces los oigo hablar: creo que ellos piensan que son míos.
Quizás de tanto repetirlos hasta ellos se convencieron.

¿Qué dirás sus padres, entonces?
¿Me harán querella por cambiarles los hijos en la cuna del hospital?
¿Dirán que se los robé de tanto repetirlos?
De todas formas, ellos los dejaron olvidados
en unas hojas amarillas de unos libros de tapas blandas,
de esos que se compran en los kioskos de los terminales de buses.

Yo los aprendí y los he repetido
los últimos 25 años de mi historia.
Podría decir que me pertencen de tanto usufructuarlos.
De todas formas: ¿Quién dijo que la poesía tiene título de pertenencia?

Mía

martes, agosto 01, 2006

De gotas...

Comencé a caer y sentí el frío que provocó el viento en mi cuerpo desnudo.

Las curvas de cintura se amoldan a las figuras de este hálito mientras avanzo por él, no cortándolo sino más bien, como si avanzara por agujeros de gusanos, rectos y eternos.

El tiempo se eternizó entre el principio de mi caída y el golpe en el piso. La luz me atravesó y fue a formar un arco iris que por un segundo se dibujó en la pared del fondo el patio.
Comencé a caer y el vértigo me inundó toda, la incertidumbre, el convencimiento del fin en la medida que el suelo se acerca a mis ojos.

Antes de la caída, me desprendí del metálico frío que significó mi nacimiento, porque algunos comenzamos a caer apenas y vemos la luz al fondo de la matriz.

Entonces, cuando llego al piso me rompo en mil pedazos y me hago una con la tierra… ya sabéis: la vida de una gota es tan corta.
Mía