Hay veces en que la tristeza de apodera de mi memoria
y otras en que una canción tonta es acompañamiento de mis palabras
pero sólo puedo oirla yo.
Hay miradas que me transportan a miradas de otro tiempo
y otras que me traen de vuelta desde mi infinito imaginario
pero sólo puedo verlo yo.
Hay olores que no soporto, los asocio con la noche, las sombras oscuras, el miedo
y otros que me recuerdan a las agradables mañanas de los veranos de mi infancia
pero sólo puedo olerlos yo.
Hay ocasiones en que vuelvo a saborear esa fruta madura que compartimos aquella vez
y otras en que el amargo sabor de la despedida recorre mi garganta
pero solo puedo saborearlo yo.
Hay caricias que no acepto, suaves roces de cercanías que invaden mi espacio propio
y otras que me hacen desear que estemos tan unidos que hasta el cuerpo estorba
pero eso sólo lo deseo yo.
Hay sonidos
Hay miradas
Hay olores
Hay sabores
Hay caricias
Hay tanto por descubrir
Hay tan poca voluntad de volar
Hay que construir un muro que proteja todos estos hallazgos
Hay todo un mundo de sombras que se los quieren llevar
Mía
Brice Echenique escribió hace tiempo otra amigdalitis. Ésta es mi amigdalitis, porque al igual que la otra protagonista, seré sólo Mía.
martes, septiembre 26, 2017
domingo, septiembre 03, 2017
Si, te vas
Voltearás por la vereda
tu sombra se perderá en el dintel
tus manos de baracero amante
ya no contendrán mis besos
de manceba furtiva.
Tus manos, delicadas manos de esfuerzo
que recorrieron mis alabeos
provocando estremecimiento
excitación y espasmo,
serán manos de otras manos.
Si, te vas.
Tu aullido de lobo oscuro,
gemido ahogado de placer proscrito,
resonará en otros parajes
menos cautivos que estos andurriales.
Más la paciencia abarca inmensidades.
Periplo tuyo es el que debe ser recorrido,
como alguna vez recorriste mis concavidades.
Zozobra tuya la que debes contagiarte,
para que el lobo cambie su pelaje.
Si, te vas, y aquí estaré
parada en la vereda donde alguna vez zarpaste,
armada con mi argadillo y dispuesta a remendarte.
Si, te vas, y yo seré el testigo ausente
de la desasón que agobiará tus mañanas.
Mía
tu sombra se perderá en el dintel
tus manos de baracero amante
ya no contendrán mis besos
de manceba furtiva.
Tus manos, delicadas manos de esfuerzo
que recorrieron mis alabeos
provocando estremecimiento
excitación y espasmo,
serán manos de otras manos.
Si, te vas.
Tu aullido de lobo oscuro,
gemido ahogado de placer proscrito,
resonará en otros parajes
menos cautivos que estos andurriales.
Más la paciencia abarca inmensidades.
Periplo tuyo es el que debe ser recorrido,
como alguna vez recorriste mis concavidades.
Zozobra tuya la que debes contagiarte,
para que el lobo cambie su pelaje.
Si, te vas, y aquí estaré
parada en la vereda donde alguna vez zarpaste,
armada con mi argadillo y dispuesta a remendarte.
Si, te vas, y yo seré el testigo ausente
de la desasón que agobiará tus mañanas.
Mía
Gracia ebustera
Tonta de mí
pensé que no me mentías
pensé que en tu firmamento
la falsedad no corría
y que la ruina del embuste
mi corazón no encendía.
Tonta de mí
creí que habitabas en sombras
creí que la insidia en tus ojos
era melancolía
y que la indolencia en tus actos
mi afectividad no engullía.
Mas no había honestidad en tus pasos
mas no había franqueza en tu boca
mas no había simpleza en tu tránsito.
Y rompes el vínculo de mi apego
y desmenuzas el brillo de mi entusiasmo
y te yergues con tu piel falsa de lobo herido.
Mía
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